La ansiedad y la sensación de angustia permanente en las personas mayores son, tristemente, mucho más frecuentes de lo que pensamos. Dado que muchos de sus síntomas se confunden con otras enfermedades, todavía no se ha profundizado lo suficiente en su conocimiento y prevención.
La angustia emocional en los ancianos es consecuencia, en parte, de la expectativa de dolor repentina con la que conviven. Su deterioro físico, ocasionado por la edad, los sitúa ante una situación para la que no suelen sentirse preparados. Temen que el dolor se intensifique y los limite, por lo que se bloquean. Si te preocupa el estado de tus padres y los cambios psicológicos en la vejez que les afectan, la información es poder.
Ansiedad en la tercera edad
Tres son las consecuencias inevitables de cumplir años: la jubilación, la aparición o el agravamiento de los problemas de salud y la pérdida de autonomía. Al mismo tiempo, va tocando despedirse de seres queridos o cercanos que desaparecen y no siempre es fácil adaptarse a estas circunstancias. ¿La consecuencia? Un 15 % de nuestros mayores tienen ansiedad al despertar o durante el día
¿Quieres ayudar a tus mayores? Está en tu mano. En primer lugar, necesitas identificar cuanto antes los indicios de que algo está ocurriendo en su estado de ánimo. Cuando la ansiedad se intensifica y se mantiene en el tiempo, puede llegar a ser crónica. ¡Hay que tratarla, por ello, en cuanto se pueda!
Estos son los síntomas habituales que acompañan a la ansiedad en las personas ancianas:
- Temores intensos y constantes. Con la edad, todos nos volvemos más prudentes y temerosos. Sin embargo, el miedo se acaba instalando en los ancianos con ansiedad e influye en su estado de ánimo. Los coloca en una situación continua de alerta y nerviosismo, fácilmente detectable.
- Ideas fijas. Las obsesiones en ancianos ansiosos también son habituales y visibles. Se manifiestan como ideas recurrentes, hábitos reiterados y angustias crónicas.
- Hiperactividad. A veces, este estado psicológico se concreta en una necesidad constante de estar haciendo cosas. Apuntarse a muchas cosas, para alejar la sensación de no tener nada que hacer, suele ser una reacción típica tras la jubilación. De nuevo, tu participación es importante para llenar esos huecos de tiempo con actividades adecuadas a su realidad, estimulantes pero razonables.
- Aumento de los pensamientos hipocondríacos. Cuando el miedo a la enfermedad se instala en nuestros mayores, les hace ver signos fatales donde no los hay. Si aprecias una preocupación desmesurada e infundada al respecto, ponte alerta. Es habitual que un mínimo detalle les genere una sensación de angustia y la certeza de una enfermedad injustificada.
Por otra parte, la soledad en el anciano es otro acelerador de este problema. En este sentido, tu presencia es siempre un antídoto y un reconstituyente para estas sensaciones negativas. Eres su mejor medicina, tenlo siempre en cuenta.
Además, si pasas más tiempo con tus mayores serás capaz de profundizar en su realidad y circunstancias. Hablar con ellos con frecuencia es vital, además, para diferenciar los síntomas de ansiedad de los propios de su edad. No en vano, este trastorno y cumplir años comparten estos rasgos:
- Dolores musculares.
- Palpitaciones.
- Insomnio.
- Sequedad en la boca.
- Dificultad para concentrarse.
- Angustia vital.
- Irritabilidad.
Causas de la ansiedad en ancianos
Tener claros qué factores vitales generan estas alteraciones te permite detectar con antelación este riesgo. En buena lógica, son factores propios de la edad, pero cuando empiezan a acumularse varios de manera brusca, el riesgo aumenta:
Modificación traumática del estilo de vida.
- Pérdida de autonomía.
- Dificultad económica.
- Cercanía de la muerte.
- Pérdida de seres queridos.
- Problemas físicos, enfermedad y mermas en la salud.
- Soledad en el anciano y aislamiento social.
- Falta de comprensión y alejamiento familiar.
Cómo prevenir este problema
Las consecuencias fisiológicas, cognitivas y conductuales que afectan a los mayores afectados por la ansiedad generan malestar y dificultades en la convivencia. Estos mismos síntomas, además, complican la solución del problema. Ten presente que puede producir en tus ancianos el silencio, la negación y hasta la ocultación del mismo. En consecuencia, acaban siendo reticentes a buscar, o utilizar, las posibles soluciones. Por ejemplo, ir al médico especialista.
Siempre es mejor, por ello, anticiparse y prevenir antes que cuidar. En esta línea, adquirir hábitos positivos es la mejor pauta de acción:
- Hacer deporte moderado, adecuado a la edad: caminar, estiramientos, nadar, etc.
- Respetar los periodos de descanso, no adoptarlos solo cuando están agotados.
- Marcar prioridades y asumir que hay tareas que ahora cuestan más tiempo.
- Encontrar nuevas aficiones y dedicarles tiempo.
- Aportarles acompañamiento social que necesitan y estar con ellos.
- Mantener una alimentación saludable y eliminar los vicios insanos, como el alcohol y el tabaco.
- Afrontar los problemas. Deben hablar de lo que les preocupa y molesta, no han de guardarlo todo para sí mismos por aquello de «no molestar».
- Ganar autonomía. Parece un contrasentido, ya que la pérdida de ciertas capacidades es fruto de la vejez. Sin embargo, debes estimularles para que no se resignen y dejen de hacer cosas. Dales responsabilidades asumibles, agradece sus aportaciones y permíteles desenvolverse solos en lo que puedan.
- Reducir la autoexigencia excesiva. Procede aceptar la realidad y adaptarse a ella con una mentalidad abierta y comprensiva.
- Hacer rutinas de relajación.
- Sentirse queridos. La proximidad de sus personas favoritas es uno de los principales estímulos que les puedes aportar. ¡Crea oportunidades de encuentro y asegúrate de que se encuentran rodeados de cuanto les encanta!
Cómo resolver estos cuadros ansiosos en la ancianidad
Es mucho mejor prevenir que curar. Especialmente en la ansiedad entre ancianos, porque apenas se han investigado remedios específicos.
De hecho, se les suele recetar fármacos para combatirlos. Sin embargo, los efectos secundarios que les ocasionan son excesivos. Es necesario vigilar la correcta administración de medicamentos en ancianos. Una gran somnolencia es uno de los síntomas habituales, motivo por el cual siempre se prescribe en dosis bajas.
Algunas terapias que resultan apropiadas son la relajación y dos tipos de terapia: de soporte y cognitiva del comportamiento.
Llegados a este punto, la ansiedad y la sensación de angustia permanente en la tercera edad son problemas ciertos que todos debemos combatir. Ocúpate de tus mayores y trabaja en la prevención.
Además, mantente atento a los síntomas y actúa cuanto antes si sospechas que se está dando este cuadro. En Teleasistencia Vital realizamos llamadas de seguimiento constantes para vigilar el estado de salud de nuestros usuarios. ¿Te interesa? Contacta con nosotros.